jueves, 9 de octubre de 2025

MITOS Y LEYENDA EN OPTICA

Todos esos mitos lo hemos oído en alguna ocasión. “Si me pongo la los lentes y me acostumbro es peor”, “Me han dicho que si me pongo lentes me voy a marear”. Hay un gran desconocimiento por parte de la gente en general e incluso personal sanitario en particular sobre cosas relacionadas con la visión. Después de varios años trabajando en Clínica veo a muchos pacientes siguen pensando cosas del arraigo popular, de las abuelas o mamás, muchas de ellas sin fundamento o simplemente que no son ciertas. A pesar de eso, algunas son ciertas pero habría que aclarar en qué punto y donde rotundamente no. sobre todo para desmentir cosas que ya formaban parte de nuestra cultura.



MITO: Si necesito lentes es porque tengo los ojos mal. Acabaré quedándome "ciego".

REALIDAD: Aunque le suene a más de uno muy fuerte, la verdad es que es de las más recurrentes. Cuando lo que tenemos son únicamente ametropías (es el nombre de los defectos de refracción, es decir, aquellos que se corrigen con lentes correctoras, como son la miopía, hipermetropía y astigmatismo) nuestro ojo no está enfermo. Los ojos están perfectamente sanos, sólo necesitan una pequeña corrección. (otra cosa que se ve al ponerse gafas por primera vez) En todo momento, lo importante es tener buena visión, independientemente si necesitar más o menos graduación.

MITO: Me esta subiendo la medida, Tengo un problema grave y tengo que ir al oftalmólogo a que me cure.

REALIDAD: El hecho de que crezca la graduación de forma leve no significa necesariamente que se tenga una enfermedad. La salud ocular no tiene porqué estar relacionada a la graduación, sí es cierto que existe una enfermedad llamada miopía magna en la que si que hay unas subidas importantes en el valor de la miopía. Esta enfermedad se detecta desde la lactancia. No hay que confundir esto con subidas de graduación leves, en épocas de mucho estudio o cuando se está creciendo. El ojo, durante su desarrollo, puede cambiar desde los 6 hasta los 22 años, aunque la graduación puede cambiar hasta los 30. En cualquier caso lo mejor es consultar con tu oftalmologo para saber si la subida está relacionada con causas ambientales que se pueden corregir, incluso con ejercicios específicos que pueden detener esa progresión. La clave está en exámenes periódicos de la vista y en hacer todas las preguntas que se quiera a tu profesional de la visión.

MITO: No hace falta revisarse la vista mientras vea bien. Lo haré cuando sea mayor.

REALIDAD: Muchos de los problemas más graves de la vista no cursan con pérdidas evidentes de visión. Cuando se tiene mala agudeza visual, muchas veces no se sabe simplemente porque “se esta acostumbrado a ver mal”. Hasta que no se le hace un buen examen visual no se detectan muchos problemas que para nosotros pasaron inadvertidos, e incluso evitar muchas molestias que no relacionábamos con la visión.
Además, muchas de las enfermedades de la vista pueden ocurrir en cualquier momento y un diagnóstico precoz es clave para evitarlo. Por ejemplo, quienes tengan antecedentes familiares o predisposición anatómica, pueden desarrollar glaucoma, enfermedad que puede provocar ceguera, el cual no da señales hasta cuando está muy avanzado. Se insiste con los exámenes regulares para que no haya ningún problema.

MITO: Siempre me ha dolido la cabeza. Pero eso no tiene que ver con la vista.

REALIDAD: En este caso puede sorprender, pero la gran mayoría de los síntomas astenópicos de la actualidad (dolor de cabeza, picor de ojos, malestar…) están relacionados con la visión en su mayoría. Existen pequeñas ametropías (o no tan pequeñas) que el ojo corrige haciendo un gran esfuerzo, usando el mecanismo de la acomodación para conseguir una visión nítida. Esto implica estar usando continuamente unos músculos internos del ojo, los cuales al cabo del tiempo provocan fatiga ocular que se extiende por toda la cabeza. Detectar esas ametropías puede llevar a que, con simplemente ponernos unas gafas todo el tiempo (o sólo cuando se trabaja la vista en cerca) nos puede evitar una cantidad de síntomas, mejorando nuestra calidad de vida.

MITO: Si te pones lentes , al final el ojo se acostumbra, te haces dependiente de ellas y la medida te aumentará.

REALIDAD: Esta idea es de las más falsas. Si tienes un defecto de refracción y no se pone la corrección adecuada, es cuando corremos el riesgo de que la graduación vaya a más o, mucho peor, que la vista utilice adaptaciones sensoriales para poder ver más cómodamente, como es la supresión (sólo se usa un ojo) , incluso cuando creemos que vemos bien podemos estar necesitando una corrección para poder equilibrar el sistema visual y no nos provoque problemas en el futuro. La dependencia de gafas no es más que una consecuencia de querer ver bien, en muchos casos hay gente que prefiere ver mal por tal de no usar lentes.

MITO: Cuando me hice los lentes no veía bien y me dolía la cabeza, dejé de usarlas y mejor sin ellas.

REALIDAD: Esto suele pasar muy habitualmente con gente que se pone lentes por primera vez. Lo que ocurre es que el ojo necesita readaptar el sistema visual alterado por una situación nueva. El ojo nos “engaña” diciendo que vamos bien y cuando le colocamos la corrección necesita muchas veces de un tiempo de adaptación variable que puede oscilar de uno o dos dias a dos o tres semanas (normalmente no es tanto) Pero lo que si que está claro es que si no se va bien hay que ir a la óptica cuantas veces sean a que comprueben que puede estar mal. Hay muchas cosas ajenas a la propia graduación que pueden provocar esos síntomas, como son el montaje, montura inclinada, medida de la distancia interpupilar, estado de las lentes… incluso que por error se haya colocado la graduación mal. Todo eso puede ocurrir porque somos personas humanas que se pueden equivocar y que siempre reconocerán su error y tratarán de solucionarlo. Por eso el error es no acudir a la óptica a decirlo.

MITO: Si un niño juega a converger sus ojos, pueden acabar quedando así.

REALIDAD: Este es uno de los mitos más comunes transmitidos de madre a hijo y casi todos los hemos oído. El estrabismo es la pérdida de paralelismo de los ojos, que puede estar provocado por un problema funcional, muscular o neuronal. Los dos ojos no miran hacia una misma dirección, lo mismo que ocurre cuando nos ponemos bizcos. Sin embargo, el estrabismo no se causa por poner los ojos de esta manera, esto sólo hace que los músculos extraoculares hagan un esfuerzo momentáneo grande, pero luego se vuelve a quedar como estaba. Sin que se parezca en nada, se podría comparar con que si nos abrimos en exceso de piernas no podremos cerrarlas en un momento dado. Las causas del estrabismo deben de ser controladas por el especialista de la visión binocular, que en la mayoría de las veces es tu oftalmólogo de confianza que hará el tratamiento oportuno.

MITO: Lo mejor para la vista son las zanahorias. Hay que comerlas para tener buena vista y, si las comes, no tendrás problemas.

REALIDAD: Aunque es verdad que las zanahorias son ricas en vitamina A, que es fundamental para la vista, hay muchos otros alimentos que son ricos en esta vitamina (por ejemplo, los espárragos, los albaricoques, la leche, el huevo, la mantequilla, los cereales, la calabaza, el brócoli, las espinacas…). Sin embargo, el consumo en exceso de esta vitamina puede ser dañino. Por tanto, la mejor alimentación para la vista es una buena dieta equilibrada.

MITO: Después de operarte de cataratas, puede suceder que se te ensucie la lente y haya que limpiarla.

REALIDAD: Este es una “mentira piadosa” extendida desde hace unos años en el colectivo de oftalmología, para no alarmar al paciente. Lo que en realidad ocurre a los años de operarte que te provoca mala visión es una catarata secundaria, normalmente en la cápsula posterior (que es la que se queda intacta tras la operación). La intervención, eso sí, no es el mismo tipo que la que se realizó la primera vez, sino mucho más simple. Sólo se limpia la catarata posterior, dejando la visión perfecta. Sí que puede pasar que se le adhiera material o pacificado a la lente intraocular, en cuyo caso se sustituye por otra (un procedimiento habitual).

MITO: La lente de contacto se pueden quedar detrás del ojo.

REALIDAD: La primera idea está muy extendida por la gente en general que desconoce el tema. Es completamente falso y físicamente imposible. Existe una membrana que cubre el ojo en su superficie anterior (conjuntiva) que conecta el ojo con el interior del párpado, por lo que haría de “barrera” por si se va la lente del centro. Lo que es muy complicado, ya que la lente se recoloca sola en el centro por sí sola (a no ser que se pliegue, que tampoco suele ser común que se quede así porque la gran mayoría de las veces se sale sola del ojo) .Es una leyenda típica de alguien que se le ha caído la lente y, al no encontrarla, no encuentra otra explicación.

MITO: Para poder ponerse lente de contacto hay que esperar a que tenga una edad mínima, para evitar dañar los ojos. En persona mayor es peligroso.

REALIDAD: Es falso. La lente de contacto no provocan daño si se usan adecuadamente y respetando las normas de higiene y las reposiciones pertinentes. Los niños no tienen contraindicado usar lentes de contacto. Lo que sí es cierto es que necesitan un grado de responsabilidad y realizar una serie de rutinas que son imprescindibles para que no haya ninguna complicación. Nos sorprenderíamos de lo bien que aprenden los niños comparado con muchos adolescentes que ya tienen una “edad prudente”. En cuanto a los mayores, no es peligroso en absoluto, sí que es verdad que hay que vigilar de forma más exhaustiva las superficies oculares, y vigilar la sequedad ocular que pueda llevar problemas de adaptación.

MITO: Sabiendo las lentes de contacto que me llevé la última vez, puedo pedirlas de cualquier forma sin problemas, ya que las llevo bien.

REALIDAD: Esta es una práctica muy común en usuarios de lentes de contacto que, tras la primera adaptación, se busca las lentes por Internet y las compra así durante años. Es cierto que puede que no varíe ni la graduación ni el tipo de lente que se necesita, pero esta práctica puede resultar peligrosa si no tiene un examen ocular periódico. Se pueden pasar por alto problemas que al principio pudieron pasar inadvertidos o que aparezcan después. Para el cuidado de su vista lo mejor es ponerse en manos del especialista y ver las lentes de contacto como productos sanitarios y no como medias. Advertir también de la compra de lentes de contacto de colores fuera del canal obligatorio que es pasar por la óptica para que le vea el profesional de la visión.

MITO: Lo mejor para la conjuntivitis son lavados con manzanilla.

REALIDAD: Esta es una práctica muy común desde nuestras abuelas. En cualquier caso, siempre que se tenga cualquier problema o molestia ocular lo mejor es acudir al especialista para que le haga un diagnóstico y le de un tratamiento. Para empezar, la gran mayoría de los problemas oculares empiezan con síntomas similares a los de la conjuntivitis. Por lo que primero tendríamos que tener un buen diagnóstico. Lo que sí que es cierto es que la manzanilla tiene propiedades calmantes que no son dañinos para los ojos (realmente no cura pero sí alivia los síntomas) aunque el agua utilizada tiene que estar previamente calentada para así matar los gérmenes, además de usar agua de botella que respetará mejor el pH de la lágrima (aunque no sea el mismo, es mejor que el agua del grifo).

MITO: Las gafas de sol o los lectores en los mercados no hacen daño, yo las uso y no tengo ningún problema. En la playa es cuando hay que tener más cuidado, porque es donde más daño hace el sol o los lectores me resuelven todos mis problemas de cerca.

REALIDAD: Hay que tener mucho cuidado con las gafas de los puestos ambulantes. Numerosos estudios recientes nos desvelan la insuficiente protección que otorgan estas lentes, siendo mucho más peligrosas cuanto más oscuras son (las pupilas se dilatan a falta de luz, por lo que entra el doble de radiación dañina). Se podría decir que es mejor no llevar nada que llevarlas. En la playa y en cualquier sitio se necesitan proteger la vista de los rayos utravioleta, ya que existe el problema todo el año, incluso en días nublados (aunque es verdad que en verano los rayos son más perpendiculares y, por tanto, más peligrosos) La exposición sin protección a estos rayos son un factor de riesgo para el desarrollo de quemaduras en ojos, conjuntivitis, daño en cornea y retina, así como el desarrollo de degeneración macular y cataratas. Esta creencia de sólo usar gafas de sol en la playa se parece a la de echarse crema protectora bronceadora de alto factor. En cuanto a las gafas premontadas de mercado: No son gafas personalizadas que corrijan los problemas, quizás sólo creamos que vemos bien. Estas gafas tienen una graduación igual en ambos ojos y además sólo esférica (no corrigen astigmatismo). No es tan frecuente que se tenga la misma graduación en los dos ojos y sin astigmatismo. Por lo que lo mejor es que se pase por la óptica a que se le haga un buen examen visual.

MITO: Leer con poca luz causa daño permanente en los ojos.

REALIDAD: Este mito sí que se ha extendido mucho tiempo. No se ha encontrado evidencias de problemas graves en la salud ocular al leer con poca luz, ahora, lo que sí que es verdad es que el ojo lo sometemos a una gran fatiga visual que tenemos que evitar.


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